lunes, febrero 06, 2012

El evangelio según C


La historia no comienza (ni termina) con Megaupload, ni con Kim DotCom, ni con Anonymus ni tampoco con Facebook o con Twitter, mucho menos con Napster, ni con el Spam, ni con los virus, ni con Jobs o Gates (que ojalá algún día se ventilen por medios “oficiales”  la verdad de sus crímenes),ni siquiera comienza en Sillicon Valley.  Mucho menos comienza con Internet, aunque debo reconocer que gracias a Internet la guerra se volvió más global y pública.
Tampoco los intentos de controlar nuestras decisiones terminan  (o terminarán) con la ley ACTA o la ley SOPA, o la ley PIPA, o las escuchas a los servidores ISP, o el intento de los esbirros del sistema, los medios de comunicación convencionales, de llamar a todo aquel que use una computadora de forma más o menos inteligente “hacker”.
No señores, esto comenzó hace mucho, mucho tiempo y lo que vemos hoy no es más que su versión más moderna.  La lucha por el acceso universal al conocimiento es algo que viene de siglos atrás, pero que con la irrupción de la informática en la historia de la humanidad parece que esta se ha polarizado hasta poner nuestro universo tangible y a nuestro brand-new universo digital –o ciberespacio-  en llamas por los Nerones de nuestro tiempo:  las editoriales literarias, disqueras y distribuidoras de películas, para quienes su idílico mundo donde todo era vigilado y controlado, se cae a pedazos por esta maravilla de nuestros tiempos llamada la Internet.
No es nuevo que se quiera penar el conocimiento, ni mucho menos satanizar a los que intenten difundirlo (la iglesia católica nos ha enseñado mucho de esto durante sus 17 siglos de vida), no es nuevo tampoco que el gobierno más entrometido de la historia -con tentáculos oficiales y no oficiales en cada país del planeta- intente a través de su FBI imponer su propia ley,  a balazo limpio, cual sheriff de película del viejo oeste, para defender a sus atribuladas y, sobretodo, megabillonarias empresas, que solo entienden de copyrights y códigos cerrados o en simple español de clientes -  esclavos, de aquellos que ellas consideran son los enemigos del sistema : los “hackers”.
Para ellas los “hackers” (lo pongo entre comillas porque denominan a un cracker, un slammer o un phreaker, quienes en esencia son destructores, como hackers) como los culpables que se difundan informaciones que no se deben difundir, se escuchen canciones por las que no se han pagado, se lean libros que no se han “comprado” (entre comillas porque bajo la ley del copyright no compras, sino alquilas con permisos especiales), cuando la cultura hacker va más allá del software. Los hackers resuelven problemas construyendo soluciones, creyendo firmemente en la libertad, la igualdad, la ayuda mutua y la mejora continua, guiados únicamente por 3 principios: creatividad, inteligencia y audacia. En palabras simples, hacker es todo aquel que se atreve a ir donde los demás dicen que es imposible, buscando, nada más, mejorar.  Pero mejorar ayudando, aprendiendo y motivando.
En 1973, gracias a estos principios, Bell Labs, la división de investigación de AT&T al mando de Dennis Ritchie (tal vez, sino el más grande, uno de los grandes hackers y héroe de la informática) desarrolla, a partir del lenguaje B que había diseñado Ken Thompson (otro gran hacker), aquello que hizo posible el avance vertiginoso de la informática en los últimos años: el glorioso lenguaje C.
Ritchie, al percatarse que bajo los cánones del copyright, las potenciales aplicaciones que podían desarrollarse quedarían en nada, cede los derechos de propiedad al Massachuset Institute of Technology, o por sus siglas MIT, para  que la historia como la conocemos, suceda: aparece el sistema operativo UNIX, de lejos lo mejor que ha sucedido en la informática, apareciendo como consecuencia el protocolo TCP/IP, la unificación de las redes informáticas, los satélites de comunicaciones, el ADSL, la telefonía móvil  y todo eso que hoy conocemos.  Un simple acto que define su grandeza.
Pero como los “amos del mundo”, aquellos que siempre quieren decirnos como pensar,  no podían dejar las cosas así, quisieron evitar que ese conocimiento, y todos los conocimientos, se difundan y se compartan, y, aprovechando que ellos siempre tienen a la ley y a las autoridades de su lado, a través de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos de América, ordena en el año de 1983 dividir AT&T en 7 empresas, especialmente Bell Labs, con la condición que cada una sea vendida a diferentes dueños.  ¿Cuál fue el motivo? AT&T  quería desarrollar un sistema integrado de voz y datos -¿les suena conocido?- que permitiera mejorar la interacción inter empresarial a través de las computadoras (en ese momento todavía era temprano para pensar que cada persona manejara su propia computadora), ¿Cuál fue el alegato del fiscal? Que un sistema así crearía un monopolio por parte de AT&T, lo cual era ilógico porque para ese momento C y UNIX eran libres de ser usados por cualquiera por estar sujetas a la ley del código abierto.  El motivo real era otro, el gobierno era incapaz de controlar lo que ahí sucediera y/o planeara, y,  por lo tanto, no debía existir.
Pero el desarrollo de UNIX en el MIT, junto al proyecto ARPANET y el desarrollo del lenguaje HTML por parte de la Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire o CERN, hicieron posible  que en el año de 1990 apareciera en nuestras vidas la Internet, aquella autopista de comunicaciones que hizo del mundo una aldea global. A pesar de las restricciones de los copyrights y  el código propietario, la Internet permitió que en el año 2001 se desarrollara una idea que estaba cimentada en los esfuerzos de otro gran hacker: Richard Stallman, fundador del GNU y el software libre.  Esa idea, convertida en una organización sin fines de lucro por el profesor de derecho de la universidad de Stanford Lawrence Lessig, es la licencia Creative Commons, la cual consiste en facilitar la distribución y el uso de contenidos a través de una serie de licencias, cada una con diferentes configuraciones, que permiten a los autores poder decidir la manera en la que su obra va a circular en internet, entregando libertad para citar, reproducir y modificar.  Era, y es, hacer posible la utopía de la universalidad del conocimiento, el sueño realizado de que el acceso a la cultura por fin era de todos,  y alcanzar a través de esta igualdad de oportunidades,  el deseo más sublime:  la libertad total.
Hoy en día, al igual que en 1983, el gran miedo de los grupos de poder es que el conocimiento compartido y la libertad de difusión hacen real y tangible el ideal de democracia, ya que nos devuelve a todos el poder de elegir, opinar y conocer libremente, de una manera automática y sin intermediarios. 
¿Ahora entienden lo que realmente  significa la intervención de Megaupload y la importancia de sindicar a Kim DotCom como un delincuente “altamente peligroso”?. 
¿Ahora entienden la importancia de movimientos como el de Indignados o el de Anonymous?
Los hackers no son niños robando tarjetas de crédito para comprar videojuegos, son los que hicieron posible que tu y yo podamos estar ahora dónde estamos y podamos disfrutar de todas las bondades de esta era tecnológica.  Son los que han hecho que el conocimiento sea accesible para todos y que esa “sabiduría de las masas” sea tan real hoy en día.
Es por eso que ahora , más que nunca, debemos ser concientes y estar alertas de lo que sucede y como sucede, porque está en peligro la Internet como la conocemos y disfrutamos, y es nuestro derecho defenderla,  y no porque sea  la defensa de la Internet, sino porque a estas alturas es la defensa de nuestra misma libertad.

martes, enero 10, 2012

La agricultura 2.0


En el año de 1987 la Organización de Naciones Unidas planteó el desarrollo sostenible en vista del carácter globalizante que estaban tomando los problemas ambientales y el interés creciente por parte de los países miembros en aplicar políticas que permitieran un crecimiento ambientalmente viable, en cierta forma para corregir los errores que hasta ese momento se habían cometido.  Pero desde ese manifiesto hasta nuestros días poco realmente se ha hecho, básicamente porque el petróleo y el carbón, tal vez los mayores contaminantes con los que contamos, siguen siendo la principal fuente energética en el mundo.  Esto aunado al hecho que hay una confusión de conceptos graves (sostenibilidad no es igual a hippismo, biotecnología no es igual a Godzilla), a una prensa cada vez más opinadora y menos informativa (los medios se preocupan cada vez más de las “tendencias” antes que de la verdad), y al simple hecho que las recetas ambientales funcionan solamente para aquellos que tienen resueltas todas sus necesidades básicas (es insensato pedirle a una persona que se muere de hambre y no tiene un techo que lo cobije que se preocupe por proteger el medio ambiente), es que nos damos cuenta que estamos metidos en un serio problema.

Pero se preguntarán ¿qué es desarrollo sostenible?. El concepto de desarrollo sostenible es satisfacer plenamente las demandas económicas, sociales y ambientales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, claro está estableciendo un equilibrio entre los tres entornos antes mencionados.

Y si se hicieron la primera pregunta, la siguiente cae de madura ¿qué es biotecnología?. Es la rama de las ciencias aplicadas basada en la Biología que por medio de cualquier aplicación tecnológica utiliza sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados, para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos.

Es posible que debido a no tener estos conceptos claros, en algunos medios de comunicación y ciertos círculos sociales haya ocurrido una confusión con respecto al supuesto antónimo entre sostenibilidad y biotecnología, poniendo como argumento base el tan mentado tema ambiental. Es lo que ha acontecido en el caso de la agricultura orgánica, tan publicitada últimamente como solución alternativa a la coyuntura actual, en la que tenemos demandas sociales y económicas con altos índices de insatisfacción, pero que debido a que los productos que esta produce tienen muy bajos rendimientos a muy altos precios, se vuelve totalmente inviable como remedio global. La agricultura orgánica como la conocemos hoy en día resulta ineficiente para solucionar los problemas alimentarios actuales, porque para satisfacer dichas necesidades requeriría de una mayor cantidad de tierras para su producción, lo que causaría a su vez por decante una mayor deforestación, siendo a la larga nociva para el medio ambiente.
La agricultura convencional, que es la que satisface el 95% de las necesidades mundiales, produce un mayor rendimiento y una rebaja considerable en el precio de los productos, pero en la mayoría de los casos atenta directamente en contra del medio ambiente por el uso que hace de pesticidas y herbicidas,  que son los que hacen posible su alta producción.
En este sentido, según los que están a favor de la producción y comercialización de los cultivos de Organismos Modificados Genéticamente (u OMGs), estos contribuyen a disminuir la contaminación ambiental en el planeta no solo por el menor uso de pesticidas y herbicidas, con una  reducción promedio del 40% sobre estos,  sino también en el consumo de combustible fósil destinado a labores agrícolas por el mismo motivo, teniendo como adicional el incremento en la rentabilidad de las tierras (en el caso de  maíz amarillo duro entre 1.8 a 4.5 veces, según los especialistas).  Bajo este mismo principio también se verían beneficiados los consumidores, ya que al reducirse los costos de producción, se dispondrían de una mayor oferta de alimentos a menores precios.
Algo que se dice solo en ámbitos científicos, ya hablamos al principio de este artículo acerca de los medios de comunicación y sus “tendencias”, es que  ambos tipos de agricultura no son excluyentes sino, más bien, complementarios y con objetivos económicos y sociales distintos.  Mientras que la agricultura orgánica debería apuntar a los mercados internacionales, que son los que pueden pagar los sobreprecios, la agricultura transgénica debería fortalecer la seguridad alimentaria y la inclusión social por sus costos menores y facilidades técnicas, debiendo enfatizar que si bien esto no garantiza acabar con la pobreza, si debería hacerlo con la desnutrición.
Pero hablamos en supuestos por lo que se expone a continuación.
Uno de los problemas que actualmente sucede con las donaciones alimentarias  provenientes del USAID, PMA y organizaciones europeas para Centroamérica,ha sido que dichas donaciones son acusadas de presentar un alto porcentaje de OMGs, haciendo que las organizaciones contrarias a estas obliguen a sus gobiernos a hacer declaraciones al respecto.  En Nicaragua, la ley 705 que lleva por nombre  “Ley sobre prevención de riesgos provenientes de organismos vivos modificados por medio de biotecnología molecular” y que data del año 2010,  es el parapeto legal que hasta el momento  sirve como freno a la entrada de transgénicos en este país apoyada principalmente por la Alianza por una Nicaragua Libre de Transgénicos, que es una coalición que está conformada por las ONGs Centro Humboldt, Centro Nicaraguense de Derechos Humanos (CENIDH), Centro de Información y Servicio de Asesoría en Salud (CISAS), Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias (FENACOOP), Liga de Defensa del Consumidor de Nicaragua (LIDECONIC), Programa Campesino a Campesino, Servicio de Información Mesoamericana sobre Agricultura Sostenible (SIMAS), Unión Nacional de Productores Asociados (UNAPA), Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA) entre otros.
Las alternativas que sugieren estos grupos es acomodar la agricultura actual bajo los parámetros de la agricultura orgánica, que como hemos explicado a lo largo del artículo solo sirve para elevar los costos de producción aumentando la tensión en el que vendría a ser el eslabón más débil de la cadena : los agricultores.
Y es así que al final, terminamos con el problema de siempre con un adicional crítico: agricultores más pobres, pero ahora con alimentos encarecidos; sombrío futuro el que se nos avecina.