martes, noviembre 15, 2011

La manzana de de la discordia


No debe haber hoy en día término más usado en el marketing de productos de consumo que la palabra "natural".  Y debe ser ese darnos cuenta del daño (en mi opinión irreversible) que le hemos hecho al planeta que nos hace buscar ese pedazo de paraíso perdido, de jungla no deforestada, de aire no contaminado, de bocado expiatorio que nos limpie de todos nuestros pecados, que  actualmente tengamos enfrentados por un lado a nuestro logro científico inmediato máximo, la ingeniería genética con su buque insignia: los alimentos transgénicos, y este movimiento mundial tan de moda que lucha por la defensa de todo lo que sea orgánico y natural.
Pero ¿qué es un alimento transgénico?.  Un alimento transgénico es aquel alimento obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otro para producir las características deseadas. En la actualidad los alimentos transgénicos con mayor difusión son el maíz, la soya, la cebada, el café, el tomate, entre otros; siendo la mayoría de productos producidos por la industria alimentaria moderna hecha con una base de alimentos transgénicos.  Otro dato interesante es que entre Canadá, USA, China,  Brasil y Argentina producen el 90% de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
A la par de estas empresas, existen movimientos como el Greenpeace que han  hecho una lista de las empresas alimentarias que trabajan con productos transgénicos para su fácil reconocimiento llamada la “Guía roja y verde de los alimentos transgénicos” y que es fácilmente ubicable en la Internet.
El dilema, visto desde un plano lógico tiene  tres frentes de lucha: el económico, el político social y el científico; estando íntimamente ligados los tres de manera indefectible.  En el campo económico podemos hablar tanto de cultivos más baratos y por ende de alimentos más accesibles, versus el posible cártel por parte de las empresas proveedoras de semillas. En el campo político-social podemos hablar de esa corriente  nacionalista radical que busca proteger lo autóctono versus el modernismo globalizante , el complejo social - ecológico que busca preservar  intocable  y sin mácula  la tierra de nuestros antepasados  versus  la codicia voraz de las transnacionales;  el hecho que cada día somos más personas en este mundo con más necesidades, con menos espacios y menos oportunidades para desarrollarlas. En el campo científico podemos hablar de los logros alcanzados, y las proezas a alcanzar, a través de la manipulación genética, versus el cuestionamiento constante sobre los límites de la ética científica; la eficiencia  de lo artificial versus la perfección de lo natural. Y solo por dar unos ejemplos.
No hay nada más humano que temer y destruir lo desconocido, y eso abarca a los 2 puntos de vista enfrentados actualmente, por un lado  los transgénicos y el horror que causa en el ciudadano común la frase "modificado en laboratorio", y por otro la cultura  hippie  asociada a esta búsqueda de experiencias orgánicas y naturales.  Menudo dilema al que nos enfrentamos.

¿Quién puede tener razón? ¿Quién no?.  Esas serán las preguntas que deberemos responder en estos años venideros, ya que de esta decisión no solo depende  nuestra existencia como especie, sino también la preservación de ese mundo salvaje, del cual queda ya tan poco, y que es nuestra obligación proteger y cuidar.

martes, setiembre 27, 2011

La soñada libertad

"El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural"  -Thomas Jefferson-
Las referencias a la libertad son innumerables, y ha sido de forma tácita el motivo de toda discusión humana, ya que al final no importa como comencemos un debate siempre terminamos tomando una postura rebelde frente a la sensación de opresión o de coacción. La libertad es un ente globalizador que afecta cada una de nuestras facetas de manera directa, y a la vez es tan frágil y difusa, que podemos vivir con la ilusión de tenerla y haberla enajenado hace mucho tiempo. Es por esto que la libertad debe ser uno de los conceptos más difíciles de definir y comprender en toda su magnitud, porque se necesita la conciencia cabal de su existencia para poder hablar de ella; esto quiere decir que la libertad necesita del conocimiento para ser definida a diferencia de la independencia que puede ser detectada simplemente con el instinto. Basadre propugnaba que solo el hombre culto es libre, haciendo clara referencia a lo anteriormente expuesto. Es común entonces, sin el pre requisito del conocimiento, confundir independencia con libertad. Mientras la independencia es la o las características que diferencian a una persona de otra rompiendo cualquier relación vinculante, la libertad es la capacidad para decidir si una persona quiere o no hacer algo sin estar sujeta a la voluntad de otra. Es decir, independientemente de las diferencias normalmente no somos libres. Podemos separar la libertad en 2 estados: la libertad natural y la libertad civil, habiendo una tendencia muy marcada a confundir la libertad natural con la libertad civil. La libertad natural es aquella que tienen los animales en estado salvaje, en la cual definen la propiedad por la fuerza del deseo, yo lo quiero yo lo tomo. En cambio, la libertad civil, es aquella que el hombre ha creado para mantener cohesionada la sociedad, es decir, es la búsqueda de la potenciación del grupo para obtener bienes comunes. Es por esto que mientras los logros de la libertad natural son conseguidos a partir del tamaño de los músculos, garras, colmillos o camuflaje; los logros de la libertad civil se consiguen a traves del entendimiento y la tolerancia de cada uno de los miembros de la sociedad, siendo esta la diferencia sustancial entre una jauría que sigue los instintos y humores de su miembro alfa, y un grupo humano pensante. Pero nunca ha sido sencillo explicar las bondades de esta libertad civil a un humano que constantemente añora ese salvajismo anterior en el que toma lo que le venía en gana, si no moría antes en el intento. La razón a esta renuncia a la libertad natural por la libertad civil, se da como medio para la preservación de la existencia respetando el principio de propiedad. En otras palabras, para poder crear la sociedad o "sistema" el hombre renuncia a esa libertad natural obteniendo garantía que su vida , en primer lugar, y su propiedad, en segundo, serían protegidos por el antes mencionado sistema, el cual se encargaría de regular que todos tuvieran algo y nadie mucho para evitar que el sistema se vuelva favorable al que más tenga. Suena bonito, ¿no?. Si uno observa a las hormigas o a las abejas, vemos como estas especies entendieron que solas eran un blanco fácil y estaban condenadas a la extinción; pero juntas tenían mayores probabilidades de vivir y perpetuar su especie. Pero para hacer que su sistema funcione deberían primero separar a sus miembros por clases y entregarle el poder a un líder que entienda las necesidades del grupo y aplique los correctivos necesarios sin ir en contra de la voluntad general. Todo perfecto, emulamos el sistema instintivo de ellas al ser nosotros también un blanco fácil y, estando solos, condenados a la extinción. El problema se inicia cuando aparece nuestra naturaleza humana y nos damos cuenta que podemos sacar partido de esto. Podemos aprovechar que pertenecemos a tal o cual clase para apropiarnos de lo que no nos pertenece y decidimos por quien no debemos decidir. Rompemos el balance necesario para una convivencia pacífica y justa, y convertimos con esto al soberano en un reyezuelo que cree tener un origen "divino" para poder explicar las prepotencias y goyorías de él y sus allegados frente al resto. Y es aquí donde nuestra realidad dista mucho del cuento de hadas que solemos contar. Nosotros iniciamos la sociedad buscando perpetuar nuestra especie porque no eramos lo suficientemente rápidos ni fuertes ni grandes ni pequeños ni flexibles ni duros para sobrevivir sin contar el uno con el otro. Pero lamentablemente nuestro egoísmo y nuestro egocentrismo siempre pudo más. La base de la libertad civil son el respeto a la vida, a la propiedad, y a la creencia. En dos palabras: respeto y tolerancia. Sin esas dos palabras estamos hablando de un sistema tiránico en constante confrontación donde rige, momentaneamente, aquel que tenga mayor fuerza, mayor poder, o mayor arraigo.

miércoles, setiembre 14, 2011

Con el sudor de tu frente

"Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" Génesis 3:19
Si preguntan a cualquiera el por qué trabaja, las respuestas casi siempre son las mismas, porque la vida es así, o para tener un futuro mejor, o para darle mejores cosas a la familia, o como ejemplo para los hijos, pero al final ¿necesitamos realmente trabajar tanto para eso?. Es cierto que vivimos en una sociedad de consumo que nos obliga a cambiar nuestras pertenencias en un promedio de cada 2 años sin contar casa y alimentación, lo cual, si viviendo solo resulta un problema económico serio, al tener familia esto se potencia terriblemente. Pero esto explicaría solamente una de las aristas del tema, ya que si bien trabajamos hasta el hartazgo para satisfacer nuestras necesidades, la otra razón por la cual trabajamos es por el sentimiento de pertenencia que todos tenemos. De una forma u otra cada una de nuestras facetas debe verse acogida por la insignia del grupo a la cual pertenece. Y el trabajo no es una excepción.
La religión, uno de los grupos que explica de una manera más o menos sensata las inquietudes de cada una de nuestras facetas, tiene una explicación para el trabajo también. En el caso del cristianismo en sus 2 vertientes más representativas tenemos 2 visiones bien diferenciadas; mientras en el catolicismo el trabajo es un castigo impuesto en respuesta al primer desafío a Dios por parte del hombre, el protestantismo lo convierte en el medio sublimador de los pecados cometidos, esto es, dicho en palabras llanas si eres católico el trabajo es un pagaré y si eres protestante es una nota de crédito.
Y esta pudiera ser la razón que exista en inglés, y no en español, una palabra que poco a poco se escucha con más frecuencia : "work-aholic".
La "adicción al trabajo", el intento español por no usar el antes mencionado tecnicismo inglés, es tal vez lo que mejor defina lo que entendemos por "buen trabajo" hoy en día. De forma frenética, siempre atareados, teniendo una palabra de disculpa ante cualquier posible falla, estresados, sin tiempo para nada. Y si revisan los CV´s resulta que todos son proactivos, decididos, pragmáticos, sin ningún sentimiento, sin escrúpulos, fríos, calculadores, pero siempre con la mente puesta en lo mejor para la empresa, o siguiendo nuestra línea de raciocinio, lo mejor para el grupo o equipo al cuál pertenecemos. En otras palabras si hacen algo, por más estúpido que sea, mientras obtengan el beneplácito de su jefe todo será excelente. Olvídense de las drogas, el alcohol y el sexo; la adicción de estos días y que más vidas se lleva es la del trabajo. Pasamos 10 horas en promedio sufriendo, peleando, discutiendo, amargándonos y frustrándonos y las otras 14 acordándonos de aquello solamente para ser aceptados, para que alguno de nuestros "superiores" nos mire con un atisbo de respeto. Y es por eso también, que aquel distinto, aquel diferente que no sea así (sobretodo en lo que respecta al sufrimiento) es automáticamente borrado de la lista.
Un pensamiento de tales características , es decir del tipo fanático, solo puede ser sostenido si existe el refuerzo ético y moral necesario para mirar con buenos ojos el ser un adicto al trabajo. Es por esto que a donde vayamos tenemos fotos del "empleado del mes", de solapines con nombres, de voces moduladas que nos saludan al telefono, de afiches que realzan el sacrificio, y de hojas de sugerencia que nos piden a gritos que cataloguemos el servicio. Y es así como el trabajador olvida la razón por la que fue a trabajar, es decir paga justa por la labor realizada, y termina obteniendo algo que no necesita pero que, digámoslo como es, se siente divino: Aceptación.
Es por esta "aceptación" y la tensión por obtenerla que esta nos genera, que aparentamos lo que no somos, que adulamos a los que consideramos superiores, que vayamos a almuerzos de confraternidad, que mostremos como parches de boyscouts las deferencias que tienen los superiores a nosotros; y al final creemos, tarde o temprano, que existe una confabulación universal contra nosotros, y esto al final cansa y este cansancio hace que de una forma u otra siempre tengamos una mirada tan marcadamente cancina y resignada hacia nuestros trabajos, que odiemos los lunes y veneremos los viernes, que puedas comenzar casi cualquier conversación con lo duro que es trabajar o lo odioso, inútil y déspota que son ciertos jefes, o lo facil que se la lleva tal o cual persona, o la desdicha generalizada por no ser apreciado de manera correcta, y, a pesar de todo esto nunca, pero nunca, dejar el trabajo.

miércoles, setiembre 07, 2011

Un día perfecto

Hubo una vez que me desperté temprano totalmente descansado, con la mente lúcida y los sentidos afinados, y me levanté como un resorte porque sonreí y me di

cuenta que dios estaba conmigo, y el mundo tenía colores y los pajaros cantaban lindas melodías en los arboles. Había un sol radiante en pleno invierno en

Lima y sentía que era yo solo contra el mundo, pero esta vez nada me podía detener. El tiempo alcanzaba para todo y era más feliz que nunca, desbordando

alegría a todo sitio donde iba. Cuando regresé a casa caí rendido a dormir plácidamente después de un día perfecto... al día siguiente al despertar solo

tenía una cosa en la cabeza, qué paja es el LSD!!!

domingo, agosto 14, 2011

Placer

El dulce sabor en la boca
la paz absoluta del regocijo
fluyen los rios a borbotones
huele el hedor contenido

soy el amo en este instante
como dios y el diablo
abrazados eufóricos,
saltando en un pie
bailando sin control y sin vergüenza
porque la música no para
porque las tripas crudas
saben bien.
No busco dicha
ni busco gloria
solo estar calmo
mientras pulo las imperfecciones
de esta obra
(que esta tan lejos de ser maestra)
pero la carne es tan
tan inutil,
sucia,
horrible.

Por qué no se callan las voces?
Por qué debo iniciar otra vez?
Será que no sé que esto es pecado
o será porque los pecados que más escondemos
y los que no confesamos
son los que nos dan más deleite
son los que nos dan más placer?